domingo, 14 de septiembre de 2008

"El invierno demográfico que viene"


20/05/01  José Pacheco Saiz

Fuente: IEspaña (http://gaiaxxi.iespana.es/rep-suprpob.htm)

Según Naciones Unidas, la población mundial comenzará a disminuir a partir de la mitad del siglo XXI

La superpoblación va camino de convertirse en un mito del pasado. Las previsiones, al menos, así lo indican, con la llegada de un auténtico invierno demográfico. El Departamento de Población de la ONU, que ha vuelto a rectificar sus cálculos, pronostica en su último informe que la población mundial comenzará a disminuir a partir de la mitad del siglo XXI.

La División de Población de la ONU, en su último informe bianual -World Population Prospect: The 1996 Revisión- rebaja sus previsiones respecto del crecimiento de la población mundial. Ahora no sólo prevé que el número de habitantes se estabilizará a mediados del siglo próximo, sino que va más allá y aventura que, dentro de cuarenta años, comenzará a disminuir en todas las zonas de la tierra.

Ante este panorama, la ONU convocó en noviembre un encuentro de expertos para analizar, por primera vez en su historia, el problema del descenso demográfico, consecuencia del descenso de la natalidad en todo el mundo y, de manera más acusada, en el Tercer Mundo.

Como se sabe, hacia 1960 el Departamento de Población de la ONU sostenía que el crecimiento demográfico iba a ser casi exponencial y, por tanto, insufrible. Dos décadas más tarde mantenía que la población mundial alcanzaría en tomo al 2.050 un máximo de 15.000 millones. Luego, rebajó sucesivamente sus previsiones a 12.000 millones y a 10.000 millones de habitantes.

Pero ahora, el informe bienal más reciente de Naciones Unidas -analizado en detalle por la agencia Aceprensa en su servicio 1/98- calcula que la población mundial alcanzará su tope, 9.400 millones, entre el año 2.040 y el 2.050 y, a partir de ese momento, comenzará a disminuir.

ERROR DE BULTO

¿Cómo es posible que de unas previsiones a otras se hayan quedado por el camino 5.600 millones de personas, el total de la población actual?

Fundamentalmente porque el futuro humano siempre resulta incierto de predecir y también porque, por fin, se ha dejado de hacer catastrofismo acrítico.

Nadie duda que la clave de todo está en el acusado descenso que ha experimentado la tasa de fecundidad. Para el demógrafo Manuel Ferrer Regalés, entre las causas de este descenso hay que distinguir las de orden socioeconómico -dificultades de acceso a la vivienda y al trabajo, así como tamaño de la vivienda, integración de la mujer en la actividad profesional, exacerbación del consumismo-, demográficas -aumento de la edad media del casamiento- y sociológicas -extensión de la cohabitación, es decir de las parejas ajenas a todo vínculo».

Pero estas razones no bastan para explicar un descenso tan pronunciado. Y, por eso, añade: «Unicamente la decadencia de valores, el proceso de secularización ( ... ) explican la velocidad de este descenso y su supuesta continuidad».

CONTRACEPCIÓN INJUSTIFICADA

Curiosamente, ningún experto atribuye el bajón demográfico a las salvajes campañas de control de la natalidad de organizaciones como Planned Parenthood o Zero Population Growth, que han sembrado el aborto y los anticonceptivos en numerosos países en desarrollo.

Para el periodista británico Matt Ridley, la caída de la natalidad se debe, ante todo, a factores naturales y sociales, que habrían producido efectos parecidos aunque no se hubieran llevado a cabo políticas anticonceptivas. Es decir, que las campañas de control de la natalidad nunca estuvieron económicamente justificadas.

El descenso de la mortalidad infantil, que lleva a las parejas a no concebir más hijos; el aumento de la población en las ciudades, donde es más difícil mantener una familia numerosa; la prolongación de los estudios, que retrasa el matrimonio y, sobre todo, la mentalidad hedonista que antepone un mayor nivel de vida a formar una familia numerosa han sido factores mucho más determinantes para el descenso de la fecundidad.

EL DESARROLLO FRENÓ LA NATALIDAD

Así, cuando más medios económicos tienen, las parejas no se plantean tener ni tan siquiera dos hijos. Lo cual parece indicar que, paradójicamente, el desarrollo económico ha traído consigo un descenso de la natalidad.

Esta es la opinión del demógrafo francés Hervé Le Bras, de la Escuela de Estudios Superiores en Ciencias Sociales, quien explicaba al diario La Vanguardia que «donde hay desarrollo económico, la natalidad baja ( ... ). El país que se desarrolla escolariza a sus niños. Y esto cuesta caro a los padres, que tienen que invertir en el futuro de sus hijos. Al contrario, cuando no hay posibilidad de estudiar, mejor tener muchos hijos: trabajan. Los africanos que tienen muchos hijos no son nada primitivos. Al contrario, son "homo oeconomicus ": optimizan su situación».

Comentando la paradoja de los países a los que hace veinte años se les pronosticaba la ruina completa y ahora tienen un desarrollado envidiable, Le Bras se pregunta: «¿ Quien hubiera dicho que la India se convertiría en exportadora de cereales?» Y añade: «en los últimos treinta años, la ración alimenticia por persona ha aumentado hasta en países límites como Bangladesh, Pakistán o India. Sólo en Africa tropical no se incrementó. Curiosamente allí hay enormes reservas de agua y de tierras cultivables».

PROBLEMA POLÍTICO

El problema de los alimentos es más bien un problema político, dice Le Bras, y «nadie ignora que los acuerdos del GATT influyen más en la agricultura que la población mundial. Al igual que la llamada "cerealización del mundo", dictada por las multinacionales».

Es lo que también dice, de otra manera, Norman Borlaug, premio Nobel de la Paz en 1970 y responsable del espectacular crecimiento de la producción agrícola en India y Pakistán:«el mundo produce lo suficiente para alimentarse sorprendentemente bien. El problema es conseguir una equitativa distribución. Incluso aunque los países pobres fueran capaces de importar todo lo que necesitan, no podrían distribuirlo. El estado de su sistema de transporte no les permitiría hacer llegar los alimentos a toda la población, porque en esos países, entre el 75 % y el 85 % de la gente vive en zonas rurales aisladas».

A este respecto, Manuel Ferrer Regalés apunta que «no existe una relación entre tasa de incremento demográficoy progreso económico, aunque las tasas muy elevadas dificultan seriamente el progreso, y una tasa baja, con envejecimiento añadido, plantea problemas de índole económica y social».

FECUNDIDAD EN EL 2035

Sea como fuere, todos coinciden ahora en afirmar que el problema del envejecimiento de la población es muy serio: afecta ya a 51 países y pronto lo tendrán otras 37 naciones más.

Se trata, además, de un problema ciertamente nuevo, porque nunca había disminuido la fecundidad tan deprisa, durante tanto tiempo y hasta un nivel tan bajo.

Señala el referido servicio de Aceprensa que la tasa de fecundidad media del planeta era en 1950 de 5 hijos por mujer. En 1975 estaba en 4; en 1990 pasó a 2,9 y en 1996, a 2,8.

Entre otras cosas, esto acarreará un cambio en la distribución de la población. Si hoy viven en África tantas personas como en Europa, para el 2050 los africanos triplicarían a los europeos. De hecho, ya asistimos a importantes movimientos migratorios.

ENVEJECIMIENTO GRAVE

Las previsiones de la División de Población aseguran que en el 2035 la tasa estará por debajo de los 2,1 hijos por mujer en todas las regiones del mundo.

La tendencia, desde luego, es clara y generalizada, ya que, desde 1965 a 1993, la fecundidad sólo aumentó en 11 países, casi todos ellos africanos y poco poblados.

En los países desarrollados la fecundidad estaba a principios de esta década en 1,7 por mujer; ahora está en 1,5, pero se estima que seguirá bajando hasta el 1,4.

En los países en vías de desarrollo la tasa de fecundidad era de 3,3 hijos por mujer en 1990. La ONU cree que bajará hasta los 2 en el 2020 y a 1,6 hijos en el 2050.

En cuanto a los países menos desarrollados, de los 5 hijos por mujer en 1990, pasarían a 4 en el 2010; 3, en el 2020 y menos de 2, en el 2035.

TASA DE REPRODUCCIÓN

Con estos datos, la predicción de la ONU es que en la segunda mitad del próximo siglo la tasa mundial neta de reproducción será muy parecida a la que hoy tienen los países desarrollados, que es del 0,7 %. Lo cual supone que cada generación será un 30 % más pequeña que la anterior.

Si en 1995 la edad media de la población mundial era de 25 años, de confirmarse los pronósticos, a mediados del siglo XXI aumentará a 42 años. En Italia, la edad media alcanzaría los 58 años; 55 años, en Alemania y 53, en Japón.

Preocupa, además, el drástico adelgazamiento de la pirámide de población, que disminuye la posibilidad de atender a los más mayores.

En tomo al 2050 se calcula que, en los países más desarrollados, por cada niño menor de 5 años habrá 8 personas mayores de 65 años. En los países en vías de desarrollo la proporción será de 3 a 1.

En cuanto a las consecuencias sociales del envejecimiento, parecen bastante claras: el retraso en la edad de las jubilaciones, la subida de las cotizaciones y la reducción de las prestaciones. También es posible una mayor soledad de la gente: cuando no hay hermanos acaba no habiendo tíos ni primos.

Igualmente, desde el punto de vista económico, las consecuencias para el consumo son grandes, a no ser que la Tercera Edad acabe convirtiéndose en negocio.

No se trata de caer de nuevo en el alarmismo. Las predicciones anteriores fallaron estrepitosamente. Ahora la posibilidad de acertar es algo mayor, porque al darse una reducción de generaciones, el envejecimiento parece inexorable a medio plazo.

En cualquier caso, los demógrafos afirman que las predicciones malthusianas no se han cumplido; más bien, todo lo contrario. En los últimos cincuenta años la producción de alimentos per cápita supera con mucho el crecimiento de la población, a pesar del ritmo acelerado de esta última. Malthus y sus agoreros seguidores, concluye Matt Ridley, se equivocaron, no sólo por el lado de la demanda (la población), que no ha crecido como suponían, sino también por la oferta (los recursos), cuyo crecimiento ha sido espectacular.

JULIAN SIMON: "CUANTA MÁS GENTE, MÁS RECURSOS"

E1 último estudio de la ONU -World population Prospects: The 1996 Revision- corrige el pronóstico anterior que hizo este organismo y ahora, no sólo dice que el crecimiento de la población se va a estabilizar, sino que, a partir de la mitad M siglo XXI, comenzará a disminuir.

El norteamericano Julian Simon, uno de los mayores expertos en el estudio de los efectos económicos de los cambios demográficos, fallecía hace unas semanas, poco después de ser investido doctor honoris causa por la Universidad de Navarra. Durante su estancia en Pamplona comentaba para PALABRA que, en realidad, la nueva tendencia negativa prevista por la ONU no es más que la demostración de que nadie conoce el futuro:

-La única tendencia negativa es la tendencia a hacer predicciones equivocadas. Hicieron mal las predicciones anteriores vaticinando por lo alto, ahora han hecho mal calculando por lo bajo. Porque no conocen el futuro.

-Los que se alarmaban por el "baby boom" en los años 60 y 70, no se asustan ahora delgrandpaboom u oldmenboom que se avecina? ¿A qué se debe esta distinta reacción?

-Esta pregunta la debe responder un psicólogo. Yo soy economista.

¿Por qué la gente cree lo que cree? No lo sé. Pienso que tenemos una tendencia genética a creer en ideas catastrofistas; padecemos una cierta propensión a ello. Puede resultar beneficioso prever las catástrofes, pero no las catástrofes económicas.

Decididamente no conozco la respuesta a su pregunta. Creo que nadie la sabe. Pero me planteo: ¿por qué a la gente le gusta ver películas de terror? Si se logra explicar eso, también se podría responder la pregunta.

-Parece existir una presión fuerte de los gobiernos y de los medios de comunicación contra la familia y contra la natalidad....

-¿De verdad se trata de una presión por parte de los gobiernos o más bien ¿le personas individuales? Habitualmente los periodistas constituyen un problema más grave que los gobiernos. No mediante una conspiración, sino difundiendo ideas erróneas, con una lógica equivocada, porque no saben economía. ¡Alguien tendría que enseñar economía a esa gente!

Lo que yo digo, por ejemplo, suele ir contra la opinión general más difundida, según la cual, cuanta más gente haya en el mundo habrá menos alimentos, menos recursos. Por tanto, el problema se centra en enseñar economía a la gente y mostrarles que el sentido común se equivoca en este caso. Y esto no es nada sencillo. Si existen las universidades, es porque hay cosas que no son obvias, ni evidentes.

-¿Cómo fomentar entonces una cultura pro-natalista?

-No lo sé. Yo soy economista, no sacerdote, y ese no es mi trabajo. Pero la economía muestra que cuanta más gente hay, más recursos se producen. Sin embargo, no es éste un argumento "pro-vida ". Los argumentos "pro-vida " son éticos, no económicos.

RAFAEL HERNÁNDEZ URIGÜEN.

MALTHUS, DESMENTIDO

De 1820 a 1992.la población se ha multiplicado por cinco, la riqueza global por cuarenta y el nivel de vida individual casi por nueve, Las sombrías predicciones de Malthus han sido desmentidas.

La edad de oro de estos dos siglos ha sido el período 1950-1973. El segundo mejor período de crecimiento ha sido 1870-1913, y el tercero 1973-1992. Nuestros lamentos cotidianos sobre la crisis económica parecen, pues, injustificados y simplemente ridículos,

Otro resultado importante: la desigualdad de las naciones no ha cesado de aumentar durante estos dos siglos. Los países o las regiones más prósperas a comienzos del período, Europa Occidental, América M Norte, Australia, Nueva Zelanda, son las que han progresado más rápido. La diferencia entre el país más rico y el más Pobre era de 3 a 1 en 1820; hoy es de 72 a 1. Sin embargo, la clasificación es en 1992 más o menos la misma que Adam Smith había obtenido en sus investigaciones. África ha permanecido en la parte baja de la clasificación con una renta media per cápita que equivale hoy a la que tenía Europa en 1820.

A la cabeza de los factores explicativos de esta prodigiosa expansión de la riqueza y de su desigual distribución, Angus Maddison coloca en primer lugar el progreso técnico, sobre todo en los transportes y comunicaciones. En cambio, las riquezas naturales desempeñan 

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